Telepresencia y vigilancia
Internet y otras tecnologías de redes hacen a un tiempo cercanas y negligibles las distancias geográficas. Esto es particularmente evidente en el uso de cámaras y robots de control remoto que generan el efecto de telepresencia o experiencia a distancia. Telegarden, de Ken Goldberg, por ejemplo, permite que gente de cualquier punto del planeta cuida las flores y plantas de un jardín mediante un brazo mecánico controlado por instrucciones on-line. Algo parecido sucede con la obra de Rafael Lozano-Hemmer, Vectorial Elevation, que permite a los visitantes de la página Web mover desde la distancias focos robotizados con los que crear patrones de luz sobre el cielo de plazas públicas. Otros artistas investigan el concepto de telepresencia de manera más localizada. En Rara Avis (1996), Eduardo Kac introduce un loro robotizado con una cámara en el interior de los ojos de una jaula llenas de pájaros reales. Los visitantes de la exposición dirigen los movimientos del loro mediante un control remoto y viven así el punto de vista avícola gracias a una pequeña pantalla y unos auriculares.
Desde mediadode del siglo XX, la literatura, el cine y el arte han concedido una atención cada vez mayor a la vigilancia y al control. Desde la novela 1984 de George Orwell, publicada en 1949, hasta el filme La conversación, dirigido por Francis Ford Coppola en 1974, la vigilancia ha sido retratada como la sombra amenazante del poder gubernamental o empresarial. Sin embrago, hacia finales del siglo XX, la actitud frente a la vigilancia ha ido ganando en ambigüedad. Si bien la preocupación por la invasión de la esfera privada sigue vigente, la vigilancia se considera ahora un mal necesario que protege al inocente de abusos , delitos y terrorismo. La vigilancia ha dejado de ser una mera tecnología de control militar y policial para convertirse en una forma de entretenimiento. En páginas web como JenniCAM, en la que un joven instaló cámaras web en su domicilio para exponer sus actividades cotidianas al público de Internet, y en reality shows como Gran Hermano, en el que los concursantes acceden a someterse a observación constante por parte del público, la vigilancia se ha convertido en fuente de entretenimiento voyeurístico y exhibicionista. Este cambio de tendencia conllevó un marcado incremento en la sofisticación y omnipresencia de tecnologías de vigilancia tan dispares como cámaras en red, sistemas de identifiación biométrica, la ubicación por satélite y la minería de datos.